Aquí está la carta, Nerea, resaltando algunos pasajes que claramente están hablando de ti. Te amo.
19/07/12
Querida Gina, querido Manuel
Les escribo apenas, esta humilde carta con todavía más sencillas palabras, en razón a la noticia que me compartieron aquella tarde de viento salvaje y de amenaza de lluvia, misma que les agradezco en el alma por la confianza y el sentimiento que les llevó a compartírmela los dos. Sin trabas y sin miedos. Ha pasado ya una semana desde entonces y francamente, sigo sin creerlo. No me asusta, ya se los dije, simplemente es que hay noticias en esta vida que llegan en el momento más adecuado y en el menos esperado; noticias que traen esperanza a un corazón dolido, a un cuerpo cansado, una capacidad del asombro que se ha visto dañada por lo negativo de ajenos. Sí, esa noticia me iluminó la vida de una forma increíble. Resulta que me siento vacío, insatisfecho, con muchas dudas sobre muchas cosas; siento, a veces, cómo la vida se va en un inocente suspiro. Esa es la vida del poeta, del filósofo, del actor, de aquel hombre que se ha desvivido por vivir y que solamente ha encontrado soledad, misma que le ha brindado amigos sensacionales y que por ellos, dicha vida, vale la pena ser vivida incontables veces.
Confieso ante ustedes que aunque he vivido lo mejor posible, que aunque no hay día que no me vean sonriendo y que aunque busque dar una imagen de dicha, paz y plenitud, muchas veces ni siquiera yo me la creo. Me falta vivir demasiado, me falta morir en algunas cosas y dar paso hacia un futuro que me tendrá algo, distanciado, de este mundo que tanto amo. Me he acabado la tinta de mi pluma en poesías a la vida, al amor, a la fe y al hombre, y sucede que no encuentro un repuesto. O quizá, es que no quiero encontrarlo.
Cuando me dijeron lo de la bebita, algo sucedió. Me quedé sin palabras, como pudieron haber notado, cosa que es difícil ver en mí, Manuel lo sabe mejor, yo no puedo estar sin hablar o estar pensando, hablo mucho y pienso de más. Dicen que eso es distintivo en mí, y quizá sea cierto, sin embargo, eso pasó y yo me ahogué con la sorpresa. ¿Motivos? Son muchos, quizá algunos que pacten con cosas que no entiendo y que no entenderé en mucho tiempo. Me llenó de mucha alegría porque, como ustedes saben, siempre he puesto la felicidad de mis amigos antes que la mía, siendo así un puente entre ambas esperanzas. Pero, ¿qué decir de mi conocido, de mi amigo, de mi hermano? Manuel, sabes bien que desde que nos conocimos aquella oscura mañana de agosto del 2000, hasta la fecha, ocupas en mi corazón el lugar que es solamente merecido por quien la vida da por mí, por quien se preocupa antes que yo por mí, un lugar que hace de todo mi corazón un espacio de amor, de amistad, de ejemplo, de vida. Lo que sentí al escucharte, viendo tu mirada tan llena de emoción y sentimiento, me hizo llorar por dentro. Lágrimas tan sinceras que mi corazón, mis ojos, mi alma, no sabían qué hacer al respecto. Y es que, para mí, Nerea, representa una nueva obligación de mí para ti, así como para Gina, de verla crecer en un mundo que a mí y a muchos más, se nos negó. En mi infancia jamás conocí dolor alguno, en mi juventud, el mundo me duele porque no puedo evitar que sufra tanto. Esa responsabilidad, es de amor hacia la hija de alguien que me dio el amor de un amigo y que me abrazó con amor de un hermano. Yo debo procurar dar lo mismo y si puedo, todavía más.
Gina, cuñadita, igual para ti algunas palabras quiero dedicarte, ya que, aunque te conozco muy poco a comparación de Manuel, te debo un agradecimiento por hacerlo tan feliz. Desde que te conocí, supe que eras para él y él para ti, había un aura divina que los cubría y los protegía. ¿Sabes por qué soy como soy? Porque con gente como ustedes, me siento a gusto. Yo quizá no sea más que un ayer perdido en un hoy que se niega a ser mañana, pero soy lo que tengo que ser para no ser lo que tanto me lastima. Soy un poeta, a veces, soy nada más un caminante que, a primera impresión, parece vagabundo, mismo que camina hacia cualquier lado. Creo que en ti, querida Gina, encontré a quien puede estar todavía más con Manuel, ya que, seamos justos, la amistad encuentra siempre la limitante tiránica de la distancia, y aunque hoy en día hay medios para evitarlo, no podemos negar que no es lo mismo estar con uno a lo lejos que estar con uno a lado. Y ahora, con la llegada de Nerea, siento que los lazos serán más fuertes y qué bueno que así sea. Dios a veces, si no es que siempre, actúa de formas tales que nos dejan con demasiadas dudas, mismas que se vuelven conflictos existenciales, que nos roban el aliento y nos dejan temerosos, sin embargo, y estoy convencido de ello, siempre hay una razón llamada amor que alienta y justifica nuestro andar ante tales acciones divinas. Cuando vean por primera vez a la bebita, sonrían como nunca lo han hecho, lloren de alegría, contágienla de amor desde la primera caricia y denle la bienvenida a un mundo posible.
Sé que vendrán cosas que serán difíciles de vivir ahora en esta nueva realidad suya, no desesperen, antes bien crezcan en amor y esperanza, inspírense para ser mejores cada día, sean ejemplo de vida, luchen juntos, jamás se separen. Descubran la dicha de vivir sonriendo, de enfrentarse al mañana cuando decida llegar, sin miedo, con la frente en alto, unidos de las manos y con fe que es recompensada por Dios con fuerza y sentimientos que nos hacen levantarnos de cualquier situación. Háblenle a Nerea, no de lo que es ahora, sino de lo que puede llegar a ser, inviertan su tiempo en la formación, no solamente católica, sino en una formación humanista que le conceda las herramientas necesarias para que un día, un excelente día, nos mire a quienes estaremos junto a ella mientras Dios nos lo permita, y nos termine dando el ejemplo que algunas vez fuimos para alguien más.
Sin más qué decir, solamente les digo: Los quiero, a los tres, son mi familia que no tuve, el hermano esperado, la cuñada querida y la bebita que porta en su frente la luz de esperanza para un mundo perdido en las tinieblas del olvido. Sean lo que son y así, el Amor, que es Dios, sabrá estar con ustedes.
Les mando un fuerte abrazo.
Los quiero.
Siempre con ustedes…
Héctor Chávez Pérez